'Mi famosa serie blanca', Miguel Fructuoso

miguel fructuoso

Del 30 septiembre 2022 al 08 enero 2023
de martes a sábado, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas.
Los domingos y festivos, de 10:00 a 14:00 horas.

Exposición

Sala Verónicas

http://www.salaveronicas.es

Mi famosa serie blanca es un proyecto específico planteado por Miguel Fructuoso para sala Verónicas. Nacida de un deseo por abordar su práctica como pintor desde una perspectiva intensa y liberadora, Fructuoso proyecta un conjunto de grandes telas que parten de amplias masas monocromas de acrílico blanco y negro que, aplicado de manera abundante y redimida, desvelan una serie de composiciones de líneas finas arrancadas a la pintura todavía fresca. 

El resultado es una pintura de gran carga gestual, que evidencia la espontaneidad y que permite distinguir dos momentos, -UNO- el que corresponde a la aplicación de las masas sobre la tela, cuyas idas y venidas vislumbran de manera clara los gestos de los brazos del pintor, subiendo, bajando y de lado a lado, quebrando cualquier atisbo de orden rutinaria y de pulcritud. Estas se aplican como con prisa por afanarse, acto seguido -DOS-, y ya en un ejercicio que modifica de un modo tajante la conducta de Fructuoso, en ir minuciosamente horadando esa capa todavía tierna y buscando bajo ella unas finas líneas de la imprimación negra originaria que permitan convertir en dibujo la capa inicial. 

Inserta en una carrera que se extiende desde los años 90, Mi famosa serie blanca toma una anécdota oída por el pintor hace algunos años para, a través de ella, viajar en la dirección de un grado cero de la pintura. Pensar ahora en los primeros ejercicios monocromos de la historia de esta disciplina, en las páginas negras que Laurence Sterne incluye en Tristram Shandy, o más tarde Alphonse Allais en el Album primo-avrilesque. Pensar obviamente en Malevich y en las varias versiones de su cuadrado negro que reformularon la pintura del siglo XX. Pensar en las grietas que surgieron posteriormente en esa pintura de 1915, o pensar en los restos casi imperceptibles del dibujo a lápiz de Willem de Kooning que Robert Rauschenberg borró en 1953. Pensar también en las líneas que Fontana arrancaba directamente a la tela, operando ya en una tercera dimensión, o pensar, más en la proximidad, en un Hernández Pijuan observando desde un pequeño ventanuco de su estudio-masía en Lleida los campos labrados, para labrar de igual modo las gruesas capas de óleo, como sustrayéndole el dibujo a la pintura. 

El montaje de Mi famosa serie blanca se plantea sin artificio. Las naves laterales de Verónicas alojan ese conjunto de pinturas que desemboca en el altar con una pieza que asciende en vertical por los más de trece metros de altura de este espacio central. El coro bajo acoge, además, una gran pintura que busca una correspondencia en el recogimiento de ese espacio, permitiendo una contemplación aislada e individual que pone al espectador en relación con la manera en que las piezas han sido abordadas. 

La iluminación, expresamente teatralizada, plantea una incidencia en los volúmenes de la sala y en el juego de relieves que plantean sobre las obras los gestos que aplican la pintura y que extraen el dibujo. Se trata de trabajar en torno a una idea de lo sacro, pero también en torno a lo contrario. De ahí lo desacralizado, tanto del espacio expositivo como de la práctica artística, que no pretende jugar a ocultar nada, sino a revelar el modus operandi. Las pinturas de Mi famosa serie blanca muestran sin efectos la complejidad de la práctica artística.

 

 

Ángel Calvo Ulloa

  

HOJA DE SALA